En 1999, David dio un paso audaz que desafió las convenciones. En el pueblo de Elvillar, situado a gran altitud, plantó un viñedo dedicado a la variedad Graciano, una uva de ciclo largo. Aunque esta variedad se reservaba tradicionalmente para las regiones más cálidas de La Rioja, sus vecinos dudaban de que las vides pudieran madurar en el clima más frío de Elvillar.

Pero David tuvo la visión de reconocer el cambio climático y los veranos más largos que estamos experimentando ahora. Consciente de la necesidad de adaptarse al futuro, se dedicó a cultivar variedades resistentes y de ciclo largo como la Graciano. Durante los últimos 25 años, esta visión ha guiado nuestro compromiso, y todas las nuevas plantaciones se han centrado en estas uvas excepcionales.

Este vino se elabora a partir de estas viñas jóvenes de Graciano, ofreciendo una expresión monovarietal de los terruños únicos de Elvillar. Su carácter vibrante refleja la tierra: un vino fresco y especiado, con un cuerpo ligero y una acidez brillante, que captura el espíritu de innovación y el respeto por los ritmos de la naturaleza.